El sorgo es una gramínea de origen tropical adaptada por mejoramiento genético, a una gran diversidad de ambientes, ante condiciones adversas, tiene la ventaja de entrar en latencia, suspendiendo el crecimiento hasta tener condiciones favorables.
Es utilizado para alimentación del ganado como verdeo de verano bajo pastoreo directo, diferido como reserva en forma de silo de grano húmedo y de planta entera o como concentrado.
El grano de sorgo es utilizado no solo para alimentación animal, es utilizado para alimentación humana para la producción de alimentos y bebidas, siendo apto para el consumo de personas celíacas al carecer de prolaminas (proteína que forma el gluten).

El sorgo mejora la cobertura del suelo aportando una importante en cantidad de rastrojo, a la vez su sistema radicular desarrollado mejora la estructura del suelo y las condiciones físicas, químicas y biológicas del mismo.

El sorgo tolera mejor la sequía y el exceso de humedad en el suelo que la mayoría de los cereales y crece bien bajo una amplia gama de condiciones en el suelo.
Responde favorablemente a la irrigación, requiriendo un mínimo de 250 mm durante su ciclo, con un óptimo comprendido entre los 400-550 mm.

Es fundamental que el suelo tenga una adecuada humedad en el momento de la siembra para lograr una emergencia rápida y homogénea y con ello una buena implantación del cultivo.

Las mayores exigencias en agua comienzan unos 30 días después de emergencia y continúan hasta el llenado de los granos, siendo las etapas más críticas las de panojamiento y floración, puesto que deficiencias hídricas en estos momentos producen mermas en los rendimientos.

El sorgo, además tiene la capacidad de permanecer latente durante un periodo de sequía y reemprender su crecimiento en periodos favorables, aunque estas situaciones de estrés modifican su comportamiento.

El sorgo requiere temperaturas altas para su desarrollo normal, siendo por lo tanto más sensible a las bajas temperaturas que otros cultivos.
Para la germinación necesita una temperatura mínima de suelo de 15 °C , siendo la óptima entre 18 y 20 °C en los 10 cm superiores del suelo durante tres días, en estas condiciones emerge entre los 3 y 5 días.
La siembra con temperaturas bajas causan emergencia desuniforme con menos stand de plantas que el esperado.

El crecimiento de la planta no es verdaderamente activo hasta que se sobrepasan los 15°C situándose el óptimo hacia los 32°C.

Durante la floración requiere una mínima de 16°C pues por debajo de este nivel se puede producir esterilidad de las espiguillas y reducir el rendimiento del grano. Por el contrario, resiste bien el calor, si el suelo es suficientemente fresco.

El sorgo se desarrolla bien en terrenos alcalinos, sobre todo las variedades azucaradas que exigen la presencia en el suelo de carbonato cálcico, lo que aumenta el contenido de sacarosa en tallos y hojas.
Prefieres suelos profundos, sin exceso de sales, con buen drenaje, sin capas endurecidas, de buena fertilidad y un pH comprendido entre 6,2 y 7,8.

Es moderadamente tolerante a suelos con alguna salinidad y/o alcalinidad, siendo su comportamiento, ante esas condiciones mejor que la de otros cultivos como maní, soja y maíz.

Como regla general, la siembra del sorgo debe comenzar de quince a treinta días después de lo que es usual en el maíz en cada región.
Para programar la siembra hay que tener presente el ciclo de la variedad, ya que es muy importante que durante el período comprendido entre prefloración y floración no coincida con un déficit hídrico o temperaturas extremas.
La densidad de siembra dependerá de la calidad de la semilla, tamaño y peso de la misma, sistema de siembra, ciclo del híbrido elegido, disponibilidad de riego y tipo de suelo.
En general se recomienda, utilizar densidades de plantación menores en ciclos largos de cultivo y baja disponibilidad hídrica, y utilizar mayores densidades en caso de ciclos cortos o intermedios.
Cualquiera que sea el sistema de siembra adoptado, se debe tener en cuenta que la semilla de sorgo es bastante pequeña y con menos reservas que otros cereales como soja o maíz, por lo que se la debe colocar sobre suelo húmedo y en contacto directo con el mismo, para que tenga lugar una rápida germinación y emergencia de lo que depende en gran parte el éxito del cultivo.

Es esencial no enterrar excesivamente el grano, debiendo ser de unos 3 a 4 cm la profundidad, y procurando que ésta sea regular, consiguiendo una buena distribución en la hilera de siembra y por tanto una buena uniformidad del cultivo.
Generalmente, se habla de 150 a 250 mil plantas logradas por hectárea para graníferos y sileros, en tanto para forrajeros el rango sería de 350 a 600 mil plantas logradas.
En sorgos graníferos el distanciamiento normal estaría entre 42 y 52 cm, siendo una alternativa recomendable sembrar a 35 cm entre hileras, en ciclos cortos/ultracortos.
En sorgo para silaje de planta entera se recomiendan distanciamientos de 42 y 52 entre hileras con una densidad de 18 a 20 plantas/m2 al momento de corte (híbridos doble propósito azucarados).
En sorgos forrajeros para pastoreo directo, hablamos de una distancia de 20 cm entre hileras con el fin de aumentar la relación hoja/tallo buscando mayor calidad nutricional.

No se recomienda la siembra sobre de sorgo sobre sorgo o maíz con el fin de evitar posibles problemas de enfermedades como Fusarium, Antracnosis, Helminthosporium y Cercospora dependiendo de la zona de siembra su incidencia. Otro tema a tener en cuenta es la posible incidencia de Diatraea, barrenador del tallo del maíz, sobre todo cuando la siembra se realiza sobre maíz.
Tampoco es aconsejable la siembra de sorgo cerca de un cultivo de maíz BT, ya que el sorgo sería tomado como refugio alojando isocas, provocando el vuelco de plantas.

Es importante el monitoreo periódico de Pulgón verde y el tratamiento del mismo una vez detectada su presencia, su acción y daño a través de su saliva tóxica infecta las plantas, siendo puerta de entrada de hongos, produciendo pérdida de plantas y vuelco de las  mismas.

Es aconsejable que el cultivo este libre de malezas en los primeros 30 días, para no disminuir significativamente la producción del mismo.

Entre las estrategias de manejo para favorecer al cultivo en la competencia con las malezas tenemos: el aumento de la densidad de siembra, disminución de la distancia entre hileras, fecha de siembra en función de la emergencia de las malezas, uso de fertilizante en la línea como arrancador.

Pre-siembra: Round Up para controlar malezas de alta complejidad como Cynodon dactylon (L), Sorghum halepense (L) y Cyperus rotundus (L).
Un buen barbecho garantiza en mayor medida, una exitosa implantación.
Pre-emergencia: Para semilla tratada con Concep III, s-metolacloro y atrazina contra el complejo de malezas gramíneas anuales y las de hoja ancha.
Post-emergencia: Hasta las 4 hojas expandidas, herbicidas hormonales, 2, 4-D, picloram y dicamba para el control de hoja ancha.

Mosquita: Al observarse un individuo por panoja al estar en floración el 20 a 30 % de las panojas. Controles mediante insecticidas a base de piretroides.( Cipermetrina 25 % – Deltametrina 5% - Clorpirifós 50 % + Cipermetrina 5%)
Spodoptera: Control Químico al detectar daños en el parénquima de las hojas y las larvas de las orugas, se encuentran en sus primeros estadíos. Se utilizan insecticidas del tipo IGR o grupo de las Diamidas, dependiendo su efectividad del estado de desarrollo de la oruga. 
Diatraea: Control químico a base de piretroides cuando un 10% de las plantas presentan posturas de color anaranjado.
Pulgones: Cuando se observan en las hojas inferiores, en el envés, pequeñas colonias de color claro verde claro. Condiciones de calor y sequía aceleran la infestación generalizándola en el lote. Control químico a base de Clorpirifos 48 % – Dimetoato 50% – Pirimicarb 50%. 

Las dosis de aplicación en los controles químicos de insectos,  varía de acuerdo a la población de estos presentes y su estadio, como así también de las condiciones ambientales y estado fenológico del cultivo, por lo que recomendamos la consulta a un profesional en cada caso en particular.